¿Repasamos o repasas?

Estudiar con los hijos, o no hacerlo y solo supervisar sus tareas, genera mucha incertidumbre y casi estrés en ocasiones en el mundo de los padres y madres de familia. Existen diversas opiniones enfrentadas al respecto y en serio, ¿cómo podemos hacer lo mejor para ellos sin perjudicar su proceso de aprendizaje ni caer en la sobreprotección tan temida?

Hay estudios que demuestran que la implicación, el interés y la actitud de los padres ante los estudios de sus hijos influyen positivamente en su conducta frente a los estudios. Sin embargo, esto no quiere decir que debamos convertirnos en sus profes particulares, no.

Entonces, ¿qué podemos hacer?

1.- Rutina

Podemos ayudarles a establecer una rutina de estudio. Más o menos a partir de los 3 a 6 años es positivo sentarse con ellos y ayudarles a afianzar las tareas que trabajan en la escuela, o aquellos conocimientos.

Este papel pasa desde una supervisión más constante a fomentar en el niño una progresiva autonomía, que terminará por trabajar solo. Si queremos que los niños sean autónomos tendremos que dar los pasos para que se responsabilicen de que estudiar es una tarea que les compete, fundamentalmente, a ellos.

2- Humildad

De pequeños pensamos que nuestros padres lo saben todo cuando no, ni de lejos. Los padres y madres deben entender que no pasa nada por no saber algún ejercicio de los que tienen que hacer sus hijos, y que no resulta ningún problema admitir que no recuerdan, por ejemplo, cómo se hace una raíz cuadrada. Los peques verán así que sus padres no son perfectos ni lo saben todo, pero también se darán cuenta de que pueden aprender de nuevo, y verán que en el libro está la respuesta, y que funciona. Indudablemente, es más adecuado admitir el desconocimiento y buscar la respuesta, que enseñar mal, corregir mal, o abandonar al niño a su suerte.

Hoy en día, además, disponemos de la enorme biblioteca infinita de Internet. Podemos buscar todo aquello importante para mejorar los conocimientos de los niños, y existen multitud de ejercicios, juegos educativos online, o vídeos dirigidos a los pequeños, donde se explican aspectos que les ayudan a comprender aquello que aparece en los libros. Además, los padres también pueden hacer uso de las nuevas tecnologías para reaprender todo lo olvidad, ¡a tiempo, estamos!

3.- Malos padres: la culpa no ayuda

Cuando llegan las notas a veces es casi como si evaluara el trabajo realizado por los padres como educadores más que el de los hijos. ¿Pensamos que somos malos padres cuando nuestros peques flojean en el cole? La culpa no ayuda, y sí las soluciones:

●     Inculcar el hábito de estudio señalando cuándo es bueno que lo hagan y dónde, incluso participando cerca de una lectura o actividad de oficina. Facilitar que se pueda realizar y reforzar su ejecución.

●     Y dejar claras también cuales son las consecuencias directas del presente de no ser responsables de sus estudios y no esas vaguedades del futuro: “vas a ser fracasado” o un “don nadie”, eso genera miedo y no sirve para nada. .

Estudiar con los hijos puede generar también conflictos del estilo: “atiende”, “no te enteras”, “así no es”, y que todo acabe en drama total.

¿Nuestra recomendación?, el sentido común, que tanto cuesta de encontrar muchas veces y que nos sacará de los juicios innecesarios que hacemos a veces al esperar todo sobresalientes a final del trimestre. Recuerdo escuchar de pequeña que me preguntaran, ¿qué tal el examen?, y yo contestaba que bien y la siguiente pregunta era: ¿pero bien o muy bien?

Seamos un refuerzo, una ayuda y un apoyo; no una exigencia, una demanda ni tampoco un profesor particular.

Lo sabemos, nadie dijo que ser padres fuera una tarea fácil.