El blog de ToyPlanet / Julia se ha enganchado a las pantallitas
02.06.2023

Julia se ha enganchado a las pantallitas

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 La salud mental

La salud mental es algo que en Devir nos tomamos muy en serio y queremos compartir con vosotros algunas formas para mejorarla a través de nuestros juegos. Compartimos los conocimientos de Óscar Royuela, Neuropsicólogo e investigador, que recomienda el uso de juegos de mesa de forma habitual a sus pacientes para potenciar el desarrollo de habilidades cognitivas y sociales.

 “Mire doctor, le traemos a Julia porque está todo el día con la pantallita y ya no sabemos qué hacer, nos tiene fritos.”

 

Aplicar herramientas

Cuando empecé a trabajar como psicólogo, lo primero que hacía ante esta consulta era aplicar todas las herramientas a mi alcance para establecer con la familia y el niño, un sistema de refuerzos positivos para reconducir esta conducta adictiva.

Con la práctica profesional, fui viendo que se repetía un patrón: cuando le consultaba al niño en cuestión sobre qué actividades le gustaría hacer, ya tenía en su cabeza una lista de actividades naturales a hacer con los padres que no involucraban Youtube ni videojuegos. Ante esto, empecé a responder preguntando:

“Si a Julia le quitamos las pantallitas, ¿Qué opciones tiene para distraerse?”

Muchas veces, la respuesta es dubitativa; empiezan a buscar qué le gustaba hacer y suelen recurrir a entretenimiento como ponerlo a dibujar o leer. Evidentemente, son tareas que desarrollan muchas habilidades en la infancia, pero no son actividades que entretengan a un niño solo durante más de veinte minutos.

 

Capacidades cognitivas según la edad del niño

Esto se debe a que, en función de la edad, el cerebro humano va asimilando nuevas capacidades cognitivas y esto abre el abanico de juegos a los que puede acceder. Así, un niño con capacidad para el juego simbólico querrá jugar a hacer teatrillos con sus padres y/o hermanos antes que ponerse solo a pintar. Esto se junta con el hecho de que la parte prefrontal de nuestro cerebro es la que más tarda en desarrollarse y es aquella que se ocupa de organizar y planificar conductas, así como de inhibir conductas no deseadas, además de dirigir la atención de manera funcional.

Con esto no quiero caer en el discurso de culpar a los videojuegos o la televisión, ya que a mí también me encanta jugar a videojuegos y lo hago de una manera funcional. Simplemente señalo que es absurdo pensar que un niño que quiere y necesita jugar, abandonará un entretenimiento fácil y directo como es un videojuego sin una alternativa que sea atractiva.

Tampoco pretendo señalar a los padres. Cuando les propongo que jueguen a algún juego de mesa con Julia, suelen explicarme que ya han probado con la Oca o el parchís y tampoco ha funcionado. Evidentemente que no funciona, son juegos muy básicos que tienen un aliciente tan limitado que ni a mí me durarían más de 10 minutos. En muchas ocasiones lo que observo por parte de la familia son las ganas de ayudar, pero no las herramientas.

Como ya he comentado, en función de la edad, nuestro cerebro ha madurado para tener unas habilidades determinadas y verse más atraídos para los juegos que requieran de ellas.

 

Gestionar el ocio infantil

Hasta este punto, hemos visto lo complejo que puede resultar gestionar el ocio infantil pero que la solución no consiste en culpar a la televisión, los videojuegos o los padres. Opino que la solución es plantear los juegos de mesa como una forma de ocio beneficiosa para nuestra salud mental. No solo durante la infancia sino durante toda la vida, puesto que ofrece un espacio controlado para poder poner a prueba dificultades que tenemos; ya sean al tolerar la frustración, en la socialización o en funciones cognitivas como la atención o planificación.

“¿Por qué no puedo construir una ciudad usando menos recursos en Catán? ¿Por qué en King of Tokyo no puedo salir de Tokyo cuando yo quiera en vez de cuando me ataquen?”

 

Empecemos siendo sinceros; nadie respeta las normas por placer sino porque sabemos que no hacerlo está mal. Por ejemplo, si ves un ordenador que te gusta y que necesitas, lo que te impide robarlo es la enseñanza de que está mal, más que el placer de ir a trabajar hasta que ahorres lo suficiente para comprarlo. Este es un pensamiento correcto pero que queda en la superficie ya que es más importante que un niño entienda el por qué está mal, más allá de simplemente limitar sus acciones. Gracias a los juegos de mesa, observan que existen unos límites que nos sitúan en una posición de igualdad y que estos límites pueden ser molestos en ocasiones, pero de no existir, no sería posible el funcionamiento del juego. Además, nos permite entender en un entorno controlado y simplificado que estos límites no son arbitrarios. Así, sin darnos cuenta, ya estamos teniendo los primeros encontronazos con la frustración…

 

“Es que Julia cuando jugamos y pierde, empieza a tirar todo y no hay quien la calme… Por eso la dejábamos ganar siempre.”

 

 

Gestionar las frustraciones

Entonces toca enseñarle a Julia a tolerar su frustración, que es un aprendizaje que va a tener que hacer y es mejor que lo haga en casa con su familia, que es un entorno controlado y seguro. Evidentemente, nuestro objetivo cuando jugamos es ganar, pero es importante que aprendan a disfrutar del trayecto y no sólo del final. Si siempre la dejamos ganar, lo único que estamos haciendo es convertir un refuerzo positivo como es la victoria, en un estímulo neutro, una rutina que el día que no llegue cuando juegue con sus iguales en la escuela, se convertirá en un castigo.

No olvidemos tampoco que dejando ganar se rompe esta situación de igualdad que el juego se ha esforzado en ponernos. Evidentemente, tampoco se trata de ir a por todas y avasallar al niño haciendo que convierta en castigo el propio juego en sí. Se trata de entender en qué etapa del desarrollo está el niño o niña y así poder adaptarnos a sus capacidades para ofrecerle un reto razonable.

“Es que a Julia pierde fácil la concentración y se le da fatal el Dobble.”

 

No pasa nada, el cerebro va madurando, facilitando acceso a más tipos de juego. Nadie ha muerto por perder al Dobble pero jugarlo puede mejorar mucho el rastreo visual.

Dobble

El cerebro es un órgano con una gran plasticidad, lo que significa que se adapta para resolver los diferentes retos que le propongas. Dimensiones cognitivas tan cruciales como la atención, memoria, concentración, planificación o visoespacialidad, se entrenan en los juegos de mesa.

Esta plasticidad se produce principalmente durante la infancia y adolescencia, pero se mantiene a lo largo de toda la vida desarrollándose habilidades diferentes.

 

Desarrollo de las habilidades según la edad:

Antes de los tres años

Hay principalmente un desarrollo de la autonomía y eso hace que les encante poder experimentar con texturas y psicomotricidad. Adquiridos estos hitos, empieza el desarrollo del lenguaje más complejo, conexiones lógicas, el conocimiento del entorno y la etapa del juego simbólico.

Entre los 5 y 12 años

Es una edad en la que predomina el juego de reglas, y les encantarán los juegos de lógica como las versiones Junior del Catán o Carcassone, juegos de creatividad, y juegos de agilidad y velocidad como pueden ser el Dobble o Jungle Speed.

Juego Catan Junior Edición Trilingüe

En la adolescencia

Más adelante entrando en la adolescencia, pueden verse más cómodos con juegos que exploren más el componente social ya que es el momento en el que empieza a desarrollarse la identidad de un individuo y se priorizan las relaciones interpersonales.

Edad adulta

En esta edad, el cerebro ya ha madurado del todo y somos más capaces de ver el placer en juegos de gestión de recursos y construcción de mazos en los que el refuerzo tarda más en llegar.
En la etapa adulta se es más paciente para juegos en los que los frutos de todo lo que has ido haciendo durante la partida se vean al final.

El entrenamiento de estas habilidades cognitivas a lo largo de la vida genera lo que en neuropsicología se conoce como reserva cognitiva. Un factor de protección que ayuda a frenar el deterioro cognitivo en la tercera edad.

Efectivamente, los juegos de mesa no son sólo para niños.

“Buenos días doctor, me llamo Julia y me siento sola… Nunca he sido una chica extrovertida, y de pequeña mis padres me llevaron al psicólogo ya que tenía un carácter muy fuerte y hacía lo que quería”.

 

Tanto en infancia como en adolescencia y en edad adulta, los juegos de mesa son de las mejores opciones que podemos encontrar para socializar.

Empezando por la Julia en la infancia, es bueno que esta adquisición de normas que la frustran, pueda hacerla en casa. Así podrá disfrutar más del juego con sus amistades y el juego podrá convertirse en un catalizador de la comunicación social.

El juego de mesa

El juego de mesa se da en el marco de lo que se conoce como juego simbólico. Esto sería un ejercicio de imaginación y creatividad en el que se simulan situaciones o personajes que no están presentes; el ejemplo más sencillo es en el que los niños juegan a comprar o cocinar con juguetes. Esto puede modificarse a que son héroes en Leyendas de Andor con el objetivo de salvar el mundo, o un colono que quiere construir una civilización en Catán.

A medida que crece el niño, aumenta la capacidad de simbolismo y podríamos encontrar actividades simbólicas complejas como los juegos de rol. En la Julia adolescente, encontramos que puede resultarle difícil la coordinación en el grupo de iguales pero que en juegos por equipos, debe remar junto al resto. Es una edad en la que suelen haber muchos problemas de autoestima y los juegos de cooperación en los que cada uno tiene unas habilidades marcadas, pueden ayudarles a entender que cada uno tiene sus puntos fuertes y que todos pueden ser útiles.

En la edad adulta, este espacio simbólico, permite también practicar habilidades sociales como la comunicación asertiva en juegos de negociación. Este tipo de comunicación permite hacer valer tus derechos teniendo en cuenta los sentimientos y pensamientos de la otra persona.

Sea a la edad que sea, los juegos de mesa nos ofrecen un espacio seguro en el que el más tímido y el más extrovertido tienen los mismos turnos de palabra y donde los derechos asertivos que puede resultar difíciles de aplicar son algo normalizado.

Así que Julia, ¿quieres jugar a algún juego de mesa?

 

 

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